Aunque la Inteligencia Artificial no es propiamente una tecnología orientada a procesos de negocio, sí que está ya realizando más que interesantes aportaciones al campo de la automatización y las perspectivas son de que puede ganar mucho más peso específico.
Vamos a ver en este artículo algunas ideas sobre lo que puede hacer la inteligencia artificial en el mundo de los procesos.
Primero lo primero: ¿Qué es la inteligencia artificial?
Lo primero es centrar qué es eso de la inteligencia artificial.
Lo cierto es que se trata de un área tecnológica de fronteras poco definidas y que agrupa algoritmias de muy diferente naturaleza con el objetivo común de emular, de alguna manera, capacidades cognitivas propias de los humanos. Dentro de la inteligencia artificial se suele incluir el Machine Learning, a su vez un conjunto heterogéneo de algoritmos con la característica común en todos ellos de su capacidad para aprender, ya sea a través de pares (entrada-resultado correcto), aprendizaje supervisado, ya sea mediante el descubrimiento autónomo de patrones, aprendizaje no supervisado, o ya sea mediante el ensayo y error ligado a una recompensa/castigo, aprendizaje por refuerzo.
Dentro del campo del Machine Learning se incluyen algoritmos como las redes bayesianas, regresión logística, seuencias temporales, K-means y, lo que son la ‘estrella’ hoy día, las redes neuronales incluyendo su variante Deep Learning.
Quizá, lo más diferencial de los algoritmos de Inteligencia Artificial sea, precisamente, su capacidad de aprendizaje y adaptación autónoma así como la resolución de problemas complejos de fronteras poco claras.
Tareas automatizables con la ayuda de la inteligencia artificial
Como sabemos, en un proceso de negocio se encadenan diferentes tareas o actividades que, coordinadamente, producen un valor de negocio. Existen soluciones tecnológicas para automatización orientadas hacia una visión del proceso extremo a extremo (siendo el caso paradigmático el de los Business Process Management Systems (BPMS) de los que ya hemos hablado. En otros casos, las tecnologías nos ayudan a automatizar algunas de esas tareas específicas, sin preocuparnos de la visión extremo a extremo.
Ahora mismo, la Inteligencia Artificial está en esta última situación: la de permitir automatizar tareas concretas, dentro de un proceso de negocio.
¿Qué tipo de tareas?
Aunque existen posibilidades adicionales, el gran éxito de los últimos años de la Inteligencia Artificial se centra mucho en la ‘sustitución’ de las capacidades sensoriales y lingüísticas de los humanos, es decir, más que el pensamiento como tal, hablamos de visión artificial, hablamos de reconocimiento de voz y del tratamiento del lenguaje natural (NLP, Natural Language Processing) y del entendimiento de ese lenguaje natural (NLU, Natural Language Understanding). Y añadiríamos también, la capacidad de clasificar correctamente las entradas (lo que se puede utilizar, por ejemplo, ligado a la visión para la clasificación de imágenes). Todas estas capacidades están ya muy desarrolladas y maduras y, en cualquier proceso en que hoy día necesitemos que un humano reconozca imágenes (por ejemplo, lectura de matrículas de automóviles, reconocimiento facial, etc) o que reciba instrucciones por voz, podemos pensar en sustituir la labor humana o las soluciones software más primitivas, por módulos basados en inteligencia artificial.
Robots software e inteligencia artificial
En la práctica, una de las formas más comunes de emplear la inteligencia artificial en la digitalización de procesos, no es directamente sino a través de otras tecnologías más amplias que se apoyan en ella. En concreto, ya en este blog hemos hablado de las dos más relevantes y que tiene que ver con los bots, los robots software.
Por un lado tenemos la Automatización Robótica de Procesos (RPA, Robotic Process Automation) que utiliza elementos de inteligencia artificial para tareas como reconocimiento óptico de caracteres (OCR, Optical Character Recognition) inteligente, normalmente para la lectura y extracción de información de documentos poco estructurados o reconocimiento de imágenes, también para el tratamiento de documentos poco estructurados o para trabajo con aplicaciones a las que accedemos mediante escritorios virtualizados, tipo Citrix.
Por otro lado, hablaríamos de chatbots e interfaces conversacionales donde se utiliza la inteligencia artificial muy especialmente para las interfaces por voz, incluyendo el reconocimiento de voz, el tratamiento y entendimiento del lenguaje natural y la síntesis de voz aunque puede encontrar otros usos como el análisis de sentimiento y de intenciones o la gestión de conversaciones complejas.
Hacia una inteligencia superior
Sin embargo, la aspiración, y lo que más excita la fantasía, es que podamos introducir de alguna forma la capacidad de análisis y de pensamiento en los procesos, que podamos automatizar aquellas decisiones que suponen un análisis complejo y que actualmente, con frecuencia, se realizan por personas o mediante aplicación de reglas de negocio configurables que tienden a simplificar el problema.
En este área nos debería de ayudar toda la algoritmia incluida en el campo del Machine Learning. No parece lejano (de hecho, seguramente ya existen algunas implementaciones, al menos incipientes), aplicar inteligencia artificial en temas como el ‘scoring‘ de riesgo en el sector de asegurador o al diagn´óstico de averías en infraestructuras técnicas como, por ejemplo, redes de telecomunicaciones o equipos complejos, por ejemplo del ámbito industrial. Y ya se habla también del diagnóstico de enfermedades, aunque se plantea más como una ayuda al médico que como una solución autónoma.
Mucho por ver
Hemos visto ya avances increíbles en el campo de la inteligencia artificial en los últimos años y no cabe duda de que aún nos queda mucho por ver.
A medida que la inteligencia artificial progrese, veremos, seguramente, aparte de la consolidación de las soluciones como las actuales de tratamiento de imágenes, voz y lenguaje natural, el crecimiento de soluciones de, si se nos permite decirlo, ‘auténtica inteligencia‘, que permitirán automatizar, probablemente mejorando incluso las capacidades actuales, tareas hasta ahora reservadas a los humanos.
Con ello, podríamos ir eliminando cada vez más las denominadas tareas de usuario en los procesos y sustituirlas por tareas automáticas, consiguiendo espectaculares mejoras en tiempos de operación, pero también en precisión, en eliminación de errores y en calidad.
Conclusiones
La inteligencia Artificial es un campo algo borroso y heterogéneo de técnicas que permiten emular el pensamiento humano incluyendo, sobre todo, el aprendizaje y la capacidad de adaptación autónomos.
No se trata de una tecnología específica de automatización de procesos pero sí que permite automatizar tareas específicas de los procesos. En concreto, hoy día ya se utiliza mucho en lo relativo a la visión artificial, reconocimiento de voz y tratamiento del lenguaje natural. En muchos casos, estos usos se hacen a través de otras tecnologías como RPA y chatbots.
De cara al futuro cabe esperar, aparte de otras posibles sorpresas, avances y aplicaciones más orientadas al pensamiento, el análisis y la decisión.
Sin duda, nos queda mucho por ver y mucho por lo que sorprendernos.
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Imagen de cabecera: Gerd Leonhard en Flickr.